Perdida entre un cerco de frailejones a
más de 3.000 metros de altura, Pauline Duprat aprendió a pronunciar sus primeras cinco palabras en español.
“Este país es una chimba”,
gritó.
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El eco de esa frase se expandió sobre las aguas mansas de la Laguna Encantada y seguramente llegó, repitiéndose,
hasta las laderas del monte blanco que gobierna el departamento de Caldas.
La joven francesa visitó esa zona del páramo a mediados de noviembre pasado, en compañía de su amiga inglesa Tasmine Lockwood, luego de que ambas turistas cayeran seducidas por la fama que ha creado la nueva vía que une a Manizales, en Caldas, con Murillo, en el Tolima, y que está compuesta de 83 kilómetros que incluyen lagunas de colores, pozos termales,
jardines de frailejones y la magnífica panorámica de un enorme león dormido: el volcán nevado del Ruiz.
Esta carretera de la belleza fue inaugurada hace relativamente poco, pero goza de tanta afluencia de visitantes, tanto nacionales como extranjeros, que la secretaria de Ambiente y Gestión del Riesgo del Tolima debió implementar un
‘pico y placa’
ambiental para los automóviles los fines de semana, para buscar un equilibrio entre la conservación ambiental y el turismo responsable.
“La medida es un gran manejo de control ecológico que recibirá el Parque Nacional Natural Los Nevados. Aun así, queremos recordarles a todos los turistas de la zona que las áreas alrededor de la carretera son áreas protegidas y el ingreso a ellas está completamente prohibido”
, señala la secretaria, Ericka Marcela Lozano.
Pauline Duprat y Tasmine Lockwood respetaron ese consejo oficial y grabaron divertidos videos al lado del paisaje y sin invadir las áreas protegidas
. “Y eso que estaban extasiadas con la región”,
dice Alejandro Duque, gerente de Armadillo Adventures,
la agencia operadora de turismo y transporte de Manizales que las acompañó en todo el recorrido.
Turismo
Archivo particular
Es una excursión que arranca en la capital de Caldas y que en su primera parada deja conocer la Laguna Negra, adonde se llega después de arrancar en el punto conocido como La Esperanza, en las faldas del Nevado del Ruiz.
Las aguas de esa laguna tienen la particularidad de verse negras cuando no hay sol y tornarse azules cuando el astro aparece en el cielo caldense.
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En ese punto, los bosques de frailejones se encuentran a lo largo del camino que bordea el volcán y divide a los departamentos de Caldas y Tolima. Acá, los viajeros tienen ocasión de visitar un restaurante providencial situado en una colina desde la que,
si el día está despejado, se ve el imponente nevado que duerme, como un león, en el horizonte.
Siguiendo el camino se encuentra el ingreso al Parque Nacional Natural de los Nevados. Si se desea conocer este atractivo,
el ingreso vale $30.000 por persona y la visita puede tomar de 3 a 4 horas.
En este trayecto no hay nieve, pero es posible, además de aprender todo sobre el parque, visitar el Valle de las Tumbas y su exótico paisaje lunar. Por ahora está prohibido ingresar al glaciar o a las faldas del volcán.
En caso de no ingresar al parque, la siguiente parada obligada en la vía hacia Murillo es el Cerro del Águila, en donde los frailejones ya alcanzan medidas de
hasta 7 metros de altura, y el Cerro del Gualí, en donde funciona una base del Ejército. Allí también es posible avistar ese nevado situado a 5.321 metros
de altura sobre el nivel del mar y que ha sido el volcán más activo de Colombia. Hoy, según el Servicio Meteorológico, se encuentra en un proceso caracterizado por erupciones menores, las cuales no afectan de manera considerable a la población.
La excursión continúa hacia las cascadas del río Gualí y con la visita a la quebrada La Lisa.
Es una zona de humedales ideal para la toma de selfies inolvidables.
En seguida, el visitante llega a los termales del Sifón, en el municipio tolimense de Casabianca, y al cañón del río Azufrado, formado luego de la avalancha que arrasó, hace 39 años, la población de Armero.
Los siguientes puntos son la Laguna Encantada, cuyas aguas cambian de tonalidades como por arte de magia, y
la Laguna de la Llorona, cuyas aguas que parecen lágrimas de color verde aguamarina son toda una forma de éxtasis natural.
Turismo
Archivo Particular
Más adelante se encuentran el cañón del río Lagunillas y los termales de La Cabaña, una piscina natural empozada a 3.950 metros sobre el nivel del mar. Este atractivo está dentro de un predio privado y está ubicado en la zona amortiguadora del
Parque Nacional Natural Los Nevados, por lo que el ingreso sólo es permitido con un guía autorizado. Se entra únicamente a pie, a través de los 2,8 km
de sendero habilitados para unas dos horas de caminata. El recorrido completo suma en total 10 kilómetros.
Finalmente, el trazado de esta carretera casi mágica termina en Murillo, pueblo que también ofrece algunos atractivos turísticos como la Cascada del Silencio o la Laguna del Escondite. En este municipio, en donde habita una de los pájaros más emblemáticos y representativos de la zona, el colibrí Chivito de Páramo –declarado como el ave emblema de la población–, es posible saborear un buen tinto en el Café Salinas, o aprender la técnica artesanal de
las ruanas murillenses en una casa de familia en donde su dueño muestra, en vivo y en directo, su destreza a los visitantes.
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El municipio tiene, además, una buena oferta hotelera, que incluye establecimientos como Villa Lore Glamping, lo mismo que una finca agroturística ubicada a dos kilómetros, el Hostal Wandra o la casa de descanso Casaima, a dos cuadras del parque principal. También están abiertos el Hospedaje San Luis o el Hospedaje familiar El Shaddai y el Stellarium Glamping,
que ofrece tina con hidromasaje, malla catamarán, zona de fogata, botella de vino, baño privado y desayuno.
Que es, quizá, una muy generosa forma de terminar un viaje por la carretera de la belleza.
REDACCIÓN PORTAFOLIO
